bandoleros del Guadarrama

bandoleros del Guadarrama

Historia del bandolerismo en España 3ª Parte y fin.

Asalto al coche. Francisco de Goya (1787)

             El fenómeno del bandolerismo y la consecuente preocupación que despertaba entre las autoridades y el común de las gentes, llega a su plenitud en los años que llevan desde la segunda mitad del XVIII hasta finales del siglo XIX. También es el periodo en el que se forjó la imagen que tenemos hoy en día de este fenómeno.  Dicha imagen, real, idealizada o distorsionada,  nos ha llegado por diversos medios. Por ejemplo, gracias a la tradición oral, historias narradas en reuniones familiares, de vecinos o amigos. También se conocían y divulgaban estos relatos  de bandoleros gracias a personas que se ganaban la vida  contando este tipo de historias a cambio de unas  monedas. Como por ejemplo los ciegos, quienes con sus pliegos de cordel recorrían el país narrando estas y  otras  muchas historias del gusto del pueblo. También ayudaron a su divulgación   los escasos viajeros de aquellos años, especialmente los extranjeros, que escribieron acerca de estas leyendas de bandidos, retratándolas  como algo común, a sus ojos,  de un  pintoresco y atrasado país. A un público más instruido pero igualmente ávido de este tipo de historias se dirigieron las novelas que con tintes folletinescos, escribieron algunos especialistas en el género ayudando a fomentar y hacer pervivir el mito.


Gustavo Doré. Atmósfera patibularia.


              Las grandes partidas de bandidos de antaño van dejando paso a un tipo de bandolerismo de grupos más reducidos. Las bandas ahora, nos cuentan los especialistas en la materia, están  formadas por un jefe y un pequeño número de compinches, normalmente no más de cuatro o cinco, que forman parte de la cuadrilla de forma  constante o intermitente. Son los años de los bandoleros más legendarios. Los nombres de Diego Corrientes, José María el Tempranillo, los Siete Niños de Écija, los Juanillones y los más contemporáneos de El Pernales o Pasos Largos. En la Sierra de Guadarrama la tradición popular y las fuentes históricas nos hablan de  los bandidos que se escondían en la intrincada Pedriza, a Chorra al Aire, Juan Plaza y sobre todo al Tuerto Pirón. Pero el éxito y la proliferación de esta delictiva actividad van a suponer la antesala a su extinción definitiva. En pleno apogeo, cuando la preocupación de los políticos era máxima, es cuando poco a poco los bandoleros van perdiendo la batalla. No sabemos realmente si estamos ante la época más insegura en nuestro país. Pero es ahora, en una España entrando en la modernidad cuando más anacrónica resulta esta actividad. La figura del bandolero irá despareciendo poco a poco de la sociedad rural en el siglo XX.


Duque de Ahumada. Primer director de la Guardia Civil
                                                http://www.guardiacivil.org/historia/historia.jsp


            La efectiva acción de la Guardia Civil, junto con la mejora de las comunicaciones irá convirtiendo a los tradicionales bandoleros, que vivían emboscados, huyendo constantemente,  ocultándose en los montes, en una figura mítica y casi legendaria. En el primer tercio del siglo XX aún quedaban algunos rescoldos de esta actividad. Todavía había gentes que vivían a salto de mata perseguidos por sus delitos, entre ellos graves crímenes, escondiéndose de la Guardia Civil y vagando por los campos. Como “El Pernales” muerto por la Benemérita en 1907. O “Pasos Largos”, considerado el último bandolero, quien tras pasar casi dieciséis años en prisión obtiene el indulto y tras un breve tiempo trabajando como guardia de una finca vuelve a echarse al monte y vivir de sus robos. Como no podía ser de otra forma muere en la Sierra de las Nieves  en un enfrentamiento con la Guardia civil,  en marzo de 1934.

(c) Santiago Martín Arribas